Laguna de Cajititlán, fuente de vida
El agua es un recursos indispensable para la sobrevivencia de los seres humanos; lo que se ve reflejado en el cantidad de agua que compone nuestro cuerpo, un 60 por ciento. También, en un recurso vital para la vida silvestre. La mayoría del agua que existe en nuestro planeta es agua salada; y sólo el 3% del agua es dulce. Y de esa cantidad de agua dulce, hay muy poca que está realmente disponible, ya que la mayoría se encuentra congelada en los polos. Entonces, para obtener agua dulce acudimos a las fuentes de agua dulce como: cursos de agua (ríos, arroyos), acuíferos, lagos y lagunas.
Así, podemos decir que las fuentes de agua dulce como la laguna de Cajititlán juegan un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad. Y que gracias a estos espacios naturales podemos obtener agua para actividades cotidianas y económicas como la industria. La laguna de Cajitittlán es el segundo cuerpo lacustre más importante de Jalisco; esta se encuentra situada dentro del municipio de Tlajomulco de Zuñiga. La laguna de Cajititlán se considera endorreica por que no tiene una salida natural al mar. Esta comprende 1,700 hectáreas, tiene una capacidad de almacenamiento de 46 millones de metros cúbicos de agua. Hay cinco arroyos que convergen en la laguna de Cajitittlán, además de los escurrimientos de Cerro Viejo y otros cerros aledaños (Los Sauces y Potrerillos), así como agua proveniente del arroyo los Sabinos.
De lo anterior podemos inferir que un área mayor a sólo la laguna en sí, afecta la calidad y la cantidad de agua que se puede almacenar en la laguna de Cajititlán. A esta área de influencia se le denomina cuenca, la cual podemos definir como el área total del terrero que drena agua hasta la laguna. La cuenca de la laguna de Cajititlán abarca 21 mil 720 hectáreas, 75 subcuencas y 35 arroyos. Son ocho poblaciones las que se asientan dentro de la cuenca: Tlajomulco de Zúñiga, Cima del Sol, El Cortijo, Galaxia la Noria, Lomas de Tejada, San Miguel Cuyutlán, San Lucas Evangelista, Cuexcomatitlán, San Juan Evangelista y Cajitittlán. Las poblaciones asentadas en la ribera de la laguna de Cajititlán cuentan con una identidad estrecha con la laguna.
Además, de ser una fuente de agua, la laguna de Cajitittlán y su cuenca provee de múltiples servicios ambientales o servicios eco-sistémicos como: la provisión de materiales como la madera, la limpieza del aire gracias a la vegetación que retiene las partículas de contaminantes, polvo y humo, la producción de oxígeno para nuestra respiración y el secuestro de dióxido de carbono (el cual es dañino para la capa de ozono y para nuestra salud), la limpieza del agua que drena hacia la laguna, la provisión de alimentos como la pesca (mojarra, tilapia, carpa y charal) que es practicada por varias de las poblaciones aledañas, su efecto sobre la buena salud de sus pobladores, no sólo física sino también mental, la regulación del clima ya que el agua absorbe el calor en el verano, lo que da una sensación más fresca, mientras que en el invierno libera lentamente el calor y así reduce el frío, el reciclaje de nutrientes, el control de inundaciones, su valor estético, su valor cultural y la riqueza de la biodiversidad que sostiene de todo tipo como aves, mamíferos, reptiles, algas, arbustos, arboles.
La laguna de Cajitittlán ofrece preciados recursos (refugio y alimento) para las aves tanto locales como migratorias. Se consideran como aves migratorias a aquellas que en determinada época del año se trasladan a otra área geográfica con mejores condiciones climáticas y de alimento para reproducirse y alimentarse, algunas pueden viajar miles de kilómetros para resguardarse de los crudos inviernos del norte. Se ha calculado que en promedio en la laguna de Cajititlán residen 24,029 aves de 17 especies residentes y 42 especies migratorias, como la garza ganadera (Bulbucus ibis), el garzón blanco (Casmerodiusalbus), la gallareta (Fullica americana), la garza dedos dorados (Egrettathula), la gallareta frentiroja (Gallinulachloropus), el cormorán oliváceo (Phalacrocoraxolivaceus), la garza nocturna coroninegra (Nycticoraxniticorax) y el ibis negro (Plegadischihi). Como ejemplo de ave migratoria podemos mencionar al Pelícano borregón (Danaus plexippus) que viaja desde Canadá hasta México, para pasar el invierno y puede ser considerado como una fuente de turismo por lo amantes de las aves. Este hecho pone en relevancia la importancia de este espacio ya que la calidad y permanencia de este espacio incide en la conservación de aves migratorias que son importantes para los países en donde residen.
Sin embargo, las actividades humanas han causado el detrimento de la calidad y cantidad de agua que se almacena en la laguna. En especial por la descarga de aguas residuales y de escombros que se vertían directo en la laguna. Además, las actividades que se realizan en la cuenca también tienen un efecto en la calidad y cantidad de agua que drena hacia la laguna de Cajititlán, las actividades que pueden tener un efecto negativo son: impermeabilización de los suelos ya que disminuyen la superficie por la que el agua puede pasar hacia el subsuelo y así se merma la cantidad de agua que llega a la laguna, la deforestación pues disminuye la capacidad del suelo para dejar pasar el agua hacia el subsuelo, y aumenta la erosión del suelo y la escorrentía que puede causar deslaves e inestabilidad en el terreno, la sobreexplotación del agua, la sobre-población que causa mayor presión sobre los recursos, la contaminación que disminuye la calidad el agua así como de otros recursos como la muerte de los peces por la disminución del oxígeno disuelto en el agua.
A modo de conclusión, se puede decir que la laguna de Cajititlán enfrenta grandes retos para asegurar su permanencia en el tiempo. Y que es necesario emprender acciones que ayuden a restaurar las condiciones naturales de este espacio como la reforestación de la cuenca, el buen uso y gestión del agua y la vigilancia para evitar la descarga de aguas contaminantes en al laguna.